sábado, 2 de marzo de 2013

La Segunda Guerra Sino-Japonesa

 

La Segunda Guerra Sino-Japonesa

  Hechos históricos |
   

Situación de la China antes de iniciado el conflicto
Para 1937 Japón tenía alrededor de 300 mil soldados bajo sus órdenes, pero con un equipo militar que probablemente era el mejor de todo oriente. Entre sus aliados figuraban los manchúes y mongoles, los cuales sumaban alrededor de 150 mil soldados. En la isla quedaban casi 2 millones de reservistas bien equipados y adiestrados. Obviamente se trataba de una fuerza considerable, que los chinos, a pesar de ser uno de los pueblos más numerosos del mundo, no estaban preparados para soportar. Ya se preveía un terrible genocidio. Para hacer frente a esto Chiang contaba con aproximadamente dos millones de soldados que sufría de una decadente calidad y entrenamiento.
Además, estaban algo cansados y hasta desmoralizados luego de las derrotas contra los nipones y de pelear contra los comunistas. Estos últimos habían aceptado la tregua con los hombres de Chiang y disponían por entonces de 150 mil soldados bien instruidos y entrenados para el combate, pero al igual que los nacionalistas, no tenían un armamento moderno. Respecto a la aviación, China quemó sus últimos cartuchos, casi 100 aviones, en repeler de Shanghai en 1932 a los japoneses; y si bien llegó a destruir hasta varias escuadras casi en su totalidad, no podía compararse a los aviones nipones en cuanto a cantidad y calidad. Para colmo, China carecía totalmente de una marina de guerra. Por lo demás, los soldados de Chiang tenían una escuálida artillería y pocos oficiales eficientes para dirigir una guerra de esa magnitud. Aunque claro está, siempre se tiene un as bajo la manga, y la de los chinos era sencillamente su enorme territorio, que les permitía obtener las materias primas que tanto necesitaba Japón en cualquier momento y de retroceder sin sentirse acorralados. A los nipones, esto les debía llenar de ira, sobre todo teniendo en cuenta que los chinos no tenían los medios para construir una gran industria.
Otro punto a favor de los chinos era el apoyo internacional. Veamos: aunque resulte sorprendente los alemanes dieron algo de apoyo a China en cuanto a su economía y material bélico, siempre a cambio de materias primas. Al final el soporte no se haría grande debido a que Hitler prefería una alianza con el Japón en contra de la URSS.  En cuanto al país de los soviets, luego del pacto Anti-Komintern de Alemania y Japón, decidieron apoyar a los chinos, pues no querían una invasión japonesa con respecto a Siberia. Al final, a pesar del pacto japonés-soviético de no agresión, casi 4 mil rusos pelearían del lado chino en la guerra. Con los que sí se cristalizaría una alianza firme sería con los ingleses y aún más con los estadounidenses.
El inicio de la Segunda Guerra Sino-Japonesa
La  Segunda Guerra Sino-Japonesa, se transformó en el primer frente de la guerra Asia-Pacífico. Todo comenzó el 7 de julio de 1937 cuando unidades japonesas atacaron el puente de Marco Polo cerca de Pekín, tomando por sorpresa a las tropas chinas de guardia. El ataque se argumentó como una respuesta a una injustificada agresión china, pues aparentemente un soldado japonés había muerto o desaparecido luego de que los mismos nipones efectuaran provocativas y candentes maniobra militares en la frontera, a lo que los chinos respondieron cautelosamente, con un par de tiros. Se sugirió a los japoneses retirarse, y todo parecía no pasar a mayores excepto por el soldado faltante. Los nipones piden permiso para entrar a Wanping y así poder buscarlo, algo denegado por los chinos aunque prometieron buscarlos por ellos. Es entonces cuando empiezan las primeras conversaciones, algo prometedoras, mientras que los chinos buscaban al soldado perdido para evitar la guerra o los problemas con Japón. Para el 9 parecía que todo volvía a su sitio, pero la esperanza llegó a su fin unas horas después. Al final el fallecido teniente general Tashiro fue reemplazado por Katsuki como líder de las fuerzas en el área y el resto del mes de julio los combates entre los chinos y japoneses fueron realmente brutales. Las conversaciones nunca prosperaron, y Japón no iba a dejar pasar esta oportunidad. El puente yacía en manos niponas ya desde el 10 de aquel mes.
Los primeros avances y la Batalla de Shanghái de 1937
Luego de la caída del puente el avance japonés fue arrollador. Muy pronto cayó Beijing (llamada entonces Beiping), la capital, exactamente el 29 de julio. Tianjin, le siguió al día siguiente. La Operación Chahar de los japoneses dio inicio con gran éxito resultando los chinos derrotados una vez tras otras. Se llegaron a efectuar épicos combates como los de la Muralla China. Sin embargo, aquí se notó un síntoma muy claro: las cosas, rápidas en un inicio, parecieron estancarse. No hubo dudas con respecto a esto cuando Chiang Kai Shek ordenó atacar a los marines japoneses el 13 de agosto de 1937, lo que desembocó en la batalla de Shanghái. Estos habían llegado a tierra china luego de otro incidente llamado el de “Omaya”. En esta ocasión un militar japonés se introdujo en un aeropuerto chino sin permiso y fue muerto a balazos. No se sabe si fue planeado o si lo hizo por su propia cuenta, el hecho es que ese pretexto bastó. Se intentó algún tipo de conversación entre el 9 al 12 de agosto, pero todo resultó infructífero.
Era la segunda batalla de Shanghái en tan solo una década. Mientras los desembarcos se aceleraban, los combates se dieron de inmediato por diversas partes de la ciudad de Shanghái. Sin embargo Chiang Kai-Shek desplegó como pudo a sus hombres y unas pocas divisiones pusieron en peligro el avance japonés. Poco después, los nipones enviaron refuerzos para evitar una vergonzosa derrota, ya que no podían creer que los debilitados chinos opusieran tanta resistencia. Al final fueron ganando terreno adentro. A continuación, los japoneses bombardearon cruelmente la urbe dejando efectos realmente inhumanos, pues se llegó a matar a miles de miles de civiles noche tras noche. Mientras tanto, en tierra, los chinos resistían durante largas semanas combatiendo calle por calle a los invasores. Así llegó octubre, cuando los japoneses deciden desembarcar más tropas al norte y sur de Shanghái, para ir rodeando a los chinos. Los japoneses llegaron a desplegar hasta 200 mil soldados, frente a casi medio millón de chinos. Sin lugar a dudas fue un combate de gigantescas proporciones, palmo a palmo, metro por metro sin un segundo de descanso. Durante esta batalla y durante muchas más los japoneses usaron gas y armas bacteriológicas (como la de la peste bubónica) que resultaron en enormes masacres y genocidios donde la población civil, fue la más perjudicada. En la batalla de Shanghái solamente murieron según las fuentes más extremas, hasta 200 mil chinos, frente a 70 mil japoneses.
1938: La lucha continua
Luego de intensísimos combates hacia finales de octubre los chinos empiezan a ceder terreno, a pesar de su heroica resistencia en varias partes de la ciudad, y el 8 de noviembre terminan abandonando Shanghái. Los remanentes chinos se dirigieron hacia Nankín, mientras que Chiang ya había establecido su base en Hankow un poco antes, en la China Central. No se amilanó ni un minuto, de hecho la gesta de sus soldados en Shanghái demostró que sí se podía ganar la guerra, aunque esta tardara décadas; por lo demás se dedicó a pedir ayuda internacional. Los japoneses furiosos, avanzaron sobre Nankín o Nanjing donde trabaron otro devastador combate que terminó con la caída de la capital de dicha ciudad, (la entonces capital de china o ciudad de Nankín justamente) en diciembre de 1937. Al norte del río Amarillo, los japoneses fueron detenidos. Para estos claro está, la conquista de China, no sería rápida, y como represalia para que sus soldados se diviertan, los líderes militares japoneses no tuvieron mejor idea que dejar que sus muchachos den rienda suelta a sus bajos instintos y así, acaece la Masacre de Nanjin. Los soldados imperiales perpetraron saqueos, violaciones, destrucción, muertes superfluas, asesinatos en masa, prisioneros destinados a campos donde eran tratados como ratas de laboratorio, entre otras atrocidades. La masacre duró casi cuatro meses y dejó un saldo entre 200 mil a 300 mil muertos según diversas fuentes entre civiles y militares. En dicha ciudad se instaló un gobierno títere.
A inicios de 1938, los nipones presionaron desde el noreste hacia el sur en dirección de nudo ferroviario de Suchow, y esta vez, si bien los chinos pelearon de modo espectacular, no pudieron derrotar al invasor. Chiang decide, por si fuera poco, dar un ataque sorpresa en Tai-erh-chuang que fue un éxito pues los chinos lograron aislar y cercar a 60 mil soldados japoneses. Como veremos, no fueron ni australianos, ni británicos ni estadounidenses los que consiguieron vencer el mito de “invencibilidad del soldado japonés”. Por fortuna para los nipones, se salvaron de la vergüenza y tras unos días de durísimos combates abrieron el cerco y se escaparon, no obstante les costó 20 mil bajas. No obstante, para los chinos, no había tiempo para celebraciones. Los japoneses estaban furiosos y con nuevas y renovadas fuerzas conquistaron Suchow a fines de mayo y ocupando la región al norte de los ríos Amarillo y Hwao. Desde Suchow los japoneses buscaron continuar su avance hacia Hankow, donde buscaban encontrar otra columna, que desde Nankin marchara al oeste. Los chinos sólo tuvieron que destruir los diques cerca a Chengchou, y gracias a eso el río Amarillo, que durante siglos había ocasionado millones de muertes entre los chinos, ahora dejó caer su poder sobre los japoneses. Los chinos no dejaron dudas de su astucia pues las pérdidas niponas fueron dolorosas, además se perdieron abastecimientos, transportes, municiones, armas y hombres. La moral de los imperiales se fue por los suelos, aunque ya no tenían más alternativa que mirar hacia adelante. Atacaron con sus columnas desde el este por las orillas del Yang-tze kiang hasta Hankow, la cual cayó el 25 de octubre de 1938 tras una lucha salvaje y sin cuartel que duró 5 meses. Las bajas de ambos bandos fue siniestra pero los japoneses siempre estuvieron un paso adelante ya que su aviación causaba estragos en los chinos. Esta vez Chiang trasladó su capital hacia Chung-King y aplicó la misma táctica que Stalin aplicaría años más tarde: “la tierra quemada”. Los japoneses se encontraron con otro dolor de cabeza al avanzar por los destruidos y extensos territorios chinos. Para mantenerse en contacto con la costa o territorios alejados los chinos utilizaron tácticas guerrilleras que no dejaban de hartar al enemigo. Así llegó octubre de 1938 y los invasores realizaron otro desembarco en la costa sur de China que logró tomar la ciudad de Cantón, el principal puerto de ayuda militar para el país luego de que Shanghái cayera.
De 1939 hasta 1941
En 1939 en vísperas de la ofensiva sobre Polonia, los nipones lanzaron operaciones anfibias tomando la isla de Hainán y otros puertos chinos para detener la ayuda extranjera. A China así le quedaba sólo dos caminos para recibir recursos foráneos, una a través de la delgada vía que unía el puerto de Haiphong en la Indochina francesa con Nankin, mientras que la otra era tortuosa carretera de Birmania. Muchas batallas hubieron en este año por supuesto, y lo mismo en 1940, entre ellas la de Amoy, Chongquing, Wuha, Nanchang, Changsha, etc.
Ya hemos señalado las dos rutas de las cuales dependía China, pero en 1940 todo cambió, pues Francia se rindió ante Alemania y dejó la Indochina gala abandonada, y los japoneses, aliados de los nazis, obraron con toda tranquilidad. No hubo resistencia más allá de unos ligeros cañonazos y disparos sin importancia. Se aprovechó la línea férrea Haiphong-Nan-Ming y se hicieron con muchos aeródromos desde los cuales podían arrollar el sur chino. Ahora sólo quedaba la carretera de Birmania (de 1150 km de longitud) como esperanza de Chiang, en una tortuosa marcha desde Rangún pasando por toda clase de obstáculos en las montañas y la jungla hasta llegar a la provincia china de Yun-nan. Entre los nacionalistas chinos, surgen las divisiones, como la de Wang Ching-wei, quién se pasó del lado de los nipones y se puso al frente del citado gobierno títere en Nankín. La alianza entre nacionalistas y comunistas también se había enfriado demasiado y eran los primeros los que soportaban el mayor peso en el conflicto.
Un poderoso Japón le solicitó, sino amenazó, a Gran Bretaña que cediera la última ruta, la de Birmania. Churchill, humillado y presionado por la batalla de Inglaterra, no le quedó más remedio que aceptarlo. Con esto China parecía quedar sola, aunque siguió combatiendo al odiado invasor, quizá por inercia, o porque sencillamente no le quedaba otra alternativa. El año de 1940 estuvo lleno de sorpresas, pues Estados Unidos con su ley de préstamo y arriendo empezó a ayudar a Gran Bretaña y China, además, Churchill volvió a abrir la carretera de Birmania el 18 de octubre de 1940, luego de que se mostrase más confiado en ganar la guerra aérea contra Alemania. Roosevelt además amonestó a los japoneses imponiéndoles algunas trabas comerciales, aunque era imposible de que sean totales, pues no estaban en guerra. Al final llegó el conocido embargo paralizando todo el comercio con el Japón y sobre todo puso fin al envío de petróleo y acero que tanto necesitaba el último país para su guerra. Inglaterra y Holanda así como sus respectivas colonias, hicieron lo mismo. Al final como sabemos acaeció el ataque a Pearl Harbor, pues a Japón no le quedaba más remedio.
1941 a 1943
El invierno del 39 al 40 empezó con una ofensiva de invierno nipona que culminó en una victoria estratégica en China. Entre 1940 y 1942 los combates fueron muchísimos en el propio territorio chino tales como Zaoyang-Yichan-Shanggao, Shanxi, las batallas de Changsha, Zhejiang-Jiangxi, entre otras como la fallida invasión a Sichuan con victoria para los chinos. En síntesis, luego de la toma de los puertos, Japón no obtenía grandes victorias en China, y su avance fue lento. Las reservas del país, humanas y de recursos, parecían acabarse a simple vista, pero a decir verdad, eran inagotables. Ni hablar cuando los aliados empezaron a ayudar indirectamente a los chinos, no sólo con material bélico, sino también con militares que adiestraron a las tropas. En efecto, con el ingreso de Estados Unidos a la guerra, todo fue cambiando. Además, Chiang llegó a enviar hasta 30 mil soldados a Birmania cuando ya se había abandonado Rangún. Trataron de detener el arrollador avance japonés hacia el noroeste, es decir hacia la frontera con China y a pesar de retrasarlos no tuvieron éxito en repelerlos totalmente. Poco después, ambos ejércitos chinos, el 5 y el 6, se pusieron bajo el mando de Stilwell, estadounidense.
El hecho es que a pesar de las derrotas de los japoneses en Midway y Guadalcanal, en la primavera de 1943, la carretera de Birmania aún estaba bajo su poder complicando el abastecimiento a China. En realidad el escenario o frente chino de la guerra Asia-Pacífico permaneció casi inactivo en 1943, aunque esto fue aprovechado por los estadounidenses al mando de Stilwell, pues se intensificó el entrenamiento del Ejército Chino. Por otro lado, los japoneses ya empezaron a sentir la presión en otras zonas del frente y al final tuvieron que conformarse con luchar contra los guerrilleros chinos y mantenerlos en sus lugares. Japón, para esta altura, estaba ya al límite de sus fuerzas. Pese a todo China no andaba nada mejor y tampoco tenía las fuerzas para terminar de expulsar en su totalidad de su país a los japoneses. Lo innegable es que casi 1 millón de japoneses fueron entretenidos durante prácticamente ocho años, cuando tranquilamente pudieron ser utilizados en otros frentes. Entre 1942 y 43, a pesar de todas las bajas sufridas en China, la ventaja siguió manteniéndose en el bando de los nipones (aunque en el año 1944 empezó el fin). También hay que reconocer que la ayuda de los comunistas chinos casi ni existió pues Mao tse Tung era frío y calculador y tras su ruptura con Chiang no le tembló la mano a la hora de dejarle todo el peso de la guerra. Por fortuna para los nacionalistas, se estrecharon lazos con Churchill y Roosevelt tras reunirse con ellos en noviembre de 1943 en El Cairo, Egipto. Sin embargo a finales de 1943 e inicios de 1944, la guerra en China parecía tomar un nuevo rumbo ante una inminente ofensiva japonesa, llamada Ichi-Go, que parecía ser el golpe final para derrumbar a los chinos.
La ayuda estadounidense
Sea como sea, la llegada de Stilwell al frente cambió las cosas. Llegó a China con una misión concisa: adiestrar a los chinos en la guerra para poder vencer o cuando menos retener a los japoneses en China. Stilwell pasó a formar parte del Estado Mayor de Chiang-Kai-Shek, y fue nombrado comandante en jefe aliado en el mismo país y responsable por tanto de algunas operaciones. Luego a Stilwell se le puso al mando de tropas en China, Birmania e India, y fue el jefe estadounidense de rango más elevado en dicho sub-frente. Pero, a pesar de todo el apoyo brindado a China y el potencial bélico yanqui, la situación no dejaba de ser preocupante. Stilwell tuvo que improvisar y creó dos mandos, uno en Nueva Delhi y otro en Chung King para poder administrar mejor el apoyo a China ante el arrasador avance japonés. Se creó una ruta aérea de casi 800 km partiendo de Assam ubicado en la India noreste, alcanzando Kunming y luego atravesando unas cadenas montañosas bastante inhóspitas. Así se abasteció China en aquellos meses de guerra funestos. Luego cuando el norte de Birmania quedó más amenazado, la ruta se corrió un poco, y los aviones aliados tuvieron que sortear y marchar más hacia el norte y luego hacia el este, recorriendo las cimas del TIbet Sudoriental superando las montañas situadas en el extremo sur de Birmania y en el Yun-nan. No obstante Chennault, desde el interior de China, aunque mejor sería decir atrapado, andaba bastante preocupado, pues de todos los abastecimientos era alarmante particularmente la cantidad de combustible que invertían aquellas fortalezas volantes.
Así entonces para el otoño de 1943, a razón del fortalecimiento de los aviones que llevaban suministros, en total unas 7 mil toneladas, la aviación estadounidense y el ejército chino, mantuvieron la lucha empeñada contra los japoneses. A la formación la acompañaban además algunos cazas, y así, paulatinamente, se recuperó el control de China central. Chennault transfirió sus unidades de caza a aeródromos situados un poco más al este, pasando Kueilin. Gracias al sistema de alarma y radares, los aliados finalizando 1943, ya tenía la ventaja aérea en China, algo impensable dos años antes. Sin embargo para 1944, los yanquis trajeron un as bajo la manga, las súper fortalezas volantes, los b-29, los cuales trasportaban cada uno hasta 10 mil kilos de bombas. A partir del mes de junio del 44, atacaron inclusive el archipiélago japonés desde las bases situadas en China, si bien las permanentes se hallaban en India, donde se contaba con los recursos para repararlos y mantenerlos, algo costoso y dificultoso sin lugar a dudas.
Los chinos, empero, prepararon cinco aeródromos en la zona de Cheng-tu casi en el centro de China. Las reservas de combustible y de suministros en general alcanzaron niveles óptimos y los estadounidenses podían bombardear Japón desde China devolviendo el sufrimiento a los japoneses por lo ocasionado en China. Llegado el 15 de junio de 1944, se bombardeaba Kyushu, una instalación siderúrgica, la primera incursión contra Japón si debemos descartar la de Doolittle, dos años antes. Y así todo se hizo imparable, pues los nipones continuaron siendo machacados desde el aire. En diciembre de 1944 se planeó, junto con Chennault, una incursión sobre la base japonesa en Hankow, la cual se atacó inclusive con bombas incendiarias.
1944 y 1945: años decisivos
La China oriental y Manchukuo también fueron víctimas de los avances aliados y poco a poco se iba cercando el plan sobre Japón. Los b-29 llegaron a realizar su última incursión desde China en enero de 1945. Pero mucho antes del último año de guerra, claro está, los japoneses entraron en una situación desesperada y veían como la victoria se les iba de las manos, por tanto empezaron a planear un contraataque o al menos algo con que contrarrestar a los poderosos aliados. La contraofensiva japonesa se daría tanto por mar como por tierra. No fue sino hasta el 27 de mayo de 1944 cuando el ejército 11 japonés integrado por 250 mil soldados atacó en dirección sur, desde Hankow hacia Chang-sha, mientras el Ejército 23 de 50 mil soldados lanzó una ofensiva al oeste, partiendo de Cantón. Era la primera gran ofensiva japonesa desde 1938. A pesar de una enconada resistencia de los aliados, los japoneses demostraron seguir siendo más fuertes en tierra. En realidad, chinos y estadounidenses quedaron estupefactos, pues se creía que Japón ya no estaba en condiciones de lanzar semejante ofensiva. El 19 de julio luego de devastadores combates los japoneses conquistar Chang-sha (localizada en la parte central del país) y en las semanas sucesivas los chinos cedieron terreno, acaso cansados y hartos. Los meses de junio y julio prosiguieron, mientras los nipones encontraban cada vez menos resistencia al sur y centro de China. Tras la toma de Chang-sha, se unieron con las tropas del norte del país, y los japoneses se dieron la mano con sus compañeros que habían iniciado la guerra en 1937 dejando en la parte central del país una bolsa de chinos atrapados contra las costas al este y los japoneses al oeste.
La Fuerza aérea estadounidense se encargó de presionar constantemente a los japoneses pero estos no dejaron de avanzar y en la base de Heng-yang, por ejemplo, se volvió a presentar un combate tenacísimo. Stilwell hizo llegar algunos refuerzos y suministros, mientras desde el aire los aviones aliados bombardeaban a los nipones. Pero los japoneses tomaron la ciudad y el aeródromo a pesar de toda la resistencia. De más está decir que la destrucción fue total, los muertos por montones y el sufrimiento llegó a límites insospechados. La población civil a su paso fue arrasada y reducida casi al nivel de la esclavitud, aunque también podían ser asesinados o llevados a campos. Casi toda la China oriental estaba ahora en manos niponas, y los suministros para estos empezaron a escasear seriamente, desde los alimentos hasta las municiones. Pero sobre todo, y a pesar del éxito en otros frentes, faltaba moral. Los chinos siguieron aplicando la táctica de tierra quemada, pero no fue suficiente para detener a los japoneses. Ahora sólo huían de estos últimos, pues no tenían ya con que detenerlos. Hacia el sur y el oeste los nipones iban y tomaban aeródromos, campos y bases. La 14 Fuerza Aérea, a propósito, se hallaba en una situación verdaderamente crítica, ya sin municiones ni reservas de combustible.
Stilwell y los nacionalistas chinos renegaban de que los comunistas de Mao no combatan a los japoneses, y que por el contrario, hayan pactado con ellos una tregua. Trataron de organizar el país y se dieron cuenta que estaban casi frente a una misión imposible. No obstante se debía resistir con lo precario que se tenía y no quedaba otra opción. Pero las relaciones entre Chiang y Stilwell se hicieron más difíciles a raíz de la falta de coordinación y las situaciones apremiantes. Chiang, además rechazó la petición del estadounidense de incluir a los comunistas de Mao, en el Ejército chino. Lo que es más Chiang por su cuenta empezó a sugerir que los aliados debían cambiar de líder insistentemente-pues las peleas con Stilwell fueron en aumento-y en sus conversaciones con Roosevelt, de hecho, esto fue tema de cabecera. En octubre de 1944, Roosevelt se ve obligado a ceder, más que todo porque no quería la derrota en el frente chino ni tampoco romper la colaboración con los nacionalistas. Los reemplazos fueron el teniente general Dan I. Sultan, y en el frente chino específicamente estaría el general de división Albert C. Wedemeyer convirtiéndose en jefe de estado de Chiang Kai Shek. La resistencia china contra los japoneses debía continuar.
El fin en China
Luego de la terrible contraofensiva japonesa en China de 1944 que parecía liquidar la guerra en dicho frente, los chinos nacionalistas pudieron desquitarse con sus más prosperas ofensivas sobre Birmania del norte. Con el debilitamiento de las fuerzas niponas en múltiples frentes, al final China no podía seguir siendo una prioridad para Tokio y el frente allí quedó casi estático. Así en la primavera de 1945 Chiang lanza una contraofensiva y recupera Hunan y Guangxi. Luego se pensó en recuperar Guangdong para obtener un puerto y una salida al mar mediante la Operación Carbonado. Pero todo culminó en agosto de 1945 cuando se lanzaron las bombas sobre Hiroshima y Nagasaki. Tras esto, Chiang quedó aparentemente como líder del país. Pero el hambre, la destrucción, el desempleo, la inflación y la pobreza generalizada, lo habían vuelto bastante impopular. Por otra parte estaba Mao Tse Tung, que había incrementado sus miembros a más de un millón, y había aprovechado para fortalecerse mientras los nacionalistas soportaron todo el peso de la guerra contra los japoneses, y como sabemos, culminada la 2da Guerra Mundial el conflicto entre chinos prosiguió, pero eso es ya otra historia. En el tiempo que Chiang tuvo el poder en los meses finales de la Guerra Asia-Pacífico, se restituyó la isla de Taiwán y se dedicó a desarmar a los japoneses y a mantenerlos en campos de prisioneros hasta que las autoridades aliadas determinaron su destino.
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