Calimero (1963) El inconfundible 'patito feo' nunca se desprendió de su caparazón ni dejó de creer que la fe y la bondad acaban triunfando el cualquier situación. Ingenuidad en estado puro que se mantuvo hasta los 90, aunque hoy la seguimos recordando.





La hormiga atómica (1965). Una radiación atómica le dio un poder sobrenatural extraordinario, dos finas patas y dos brazos musculosos que tenía locos a los niños. Nunca más volvimos a saber de ella, pero nadie podrá olvidar su casco blanco sobre el rojizo de su piel.





Doraemon (1969). Parece increíble que durante, al menos, tres generaciones, unos dibujos animados puedan gustar. Un gato japonés con superpoderes y su dueño lo han logrado. Hoy continúa su emisión en los canales temáticos infantiles.





Heidi (1974). Esta niña, de origen japonés, no se va de la televisión. Sigue en los Alpes con su abuelo y su amigo Pedro, cuida con él de las ovejas y parece que seguirá haciéndolo indefinidamente.





Viki el Vikingo (1974). Cómo olvidarnos del característico picor de nariz de Viki, un vikingo de origen germano al que le bastaban 23 minutos de televisión para que sintiéramos verdadera adoración por él. Aunque de forma esporádica, seguimos viéndole en la pequeña pantalla.





La abeja Maya (1975). Aventurera, inquieta y curiosa. Así era Maya que, junto a su amigo Willi (el zángano), vivía miles de episodios rodeada de bichos y naturaleza.





Los osos amorosos (1983). Cada uno con su pastelosa virtud, son el ejemplo evidente de que la inocencia cursi de las series de ayer no se pueden comparar con el crudo realismo de las actuales. Sus peripecias fueron, incluso, llevadas al cine.





Fraggle Rock (1983). No son animados sino muñecos de trapo, pero quién no se acuerda de aquello de "vamos a jugar, tus problemas déjalos para disfrutar... ven a Fraggle Rock". Y ese era precisamente su principal objetivo, disfrutar de la vida bajo tierra, en las grutas en que construyeron su hogar.





El inspector Gadget (1983). Fue un adelantado a su tiempo que nos enseñó desde pequeños qué es eso de los 'gadgets'. Su despistado carácter nos ganó a todos hasta los 90.





Juana y Sergio (1984)... son ahora los enamorados. Así continuaba la canción de una serie japonesa que tenía enganchados a miles de fieles con el voleibol y el amor como eje de toda la historia.





Mi pequeño Pony (1986). El adorable caballito rosa con pelo del mismo color y cepillo a juego tomó movimiento para deleite de las niñas de la época. Aunque no tuvo tanto éxito como otras series, ser recordará siempre por mostrarnos cómo hablaba ese Pony que tanto nos gustaba y sigue gustando hoy en día.





La Aldea del Arce (1986). Adorable. Sólo esta palabra puede definir la vida seriada de una comunidad de tiernos conejitos en su 'aldea genial'. El doblaje, puede que demasiado infantil, incrementaba su estilo ñoño pero entrañable a un tiempo.





Dragon Ball (1986). Cómo olvidar a Goku y las aventuras que vivió con los personajes de nombres imposibles pero que sabíamos de memoria. Aún hoy podemos revivirla gracias a las reposiciones de una de las más importantes series manga de la historia.





Los trotamúsicos (1989). Televisión Española decidió apostar por una historia protagonizada por un perro, un gallo, un burro y un gato. Cada uno especializado en un instrumento, estuvieron una década formando el grupo musical de moda.





Las tortugas Ninja (1989). Traspasaron las hojas de los cómics y viajaron hasta la televisión para impedir que el malvado Shredder hiciera de las suyas. Gracias a sus nombres conocimos a una tierna edad los cuatro imprescindibles del renacimiento italiano: Donatello, Raphael, Leonardo y Michelangelo.




Lucky Luke (1946). Un cowboy que lleva muchos años cantando a lomos de su caballo y luchando contra la injusticia y el crimen organizado. Todo un clásico de la animación europea.





Popeye (1960). Creados como tira cómica en 1929, estos dibujos son el ejemplo de series que nunca pasarán de moda. Después de convencer a varias generaciones de la importancia de comer espinacas, prometen seguir contribuyendo a la educación nutricional de los pequeños, y por mucho tiempo.





Los Picapiedra (1960). Qué decir de Pedro, Vilma, Betty y Pablo, unos visionarios de la vida moderna que compartían barrio con los dinosaurios. Aún hoy, son unos de los dibujos más queridos.




El lagarto Juancho (1962). Este lagarto de Florida vive feliz, pero sus ganas de conocer la ciudad le superan. En su intento por escapar, meterá a su cuidador Horacio en más de un problema.





Scoby-Doo (1969). Aún hoy podemos disfrutar de las idas y venidos de un grupo de amigos, y un asustadizo perro, que siempre acababan inmersos en las historias más enigmáticas.





Tom y Jerry (1975). La vieja historia del gato y el ratón, pero con un argumento en clave de humor en el que ni los diálogos se echaban de menos.





Candy Candy (1976). Las pequeñas de medio mundo suspiraban por la adorable Candy, una niña huérfana cuyo gran corazón era directamente proporcional a su cursilería.





Érase una vez... (1978) la ciencia, las Américas, el espacio, pero, sobre todo, el hombre y el cuerpo humano. Con estos dibujos era prácticamente imposible que a los niños no les gustara la historia o las ciencias naturales.





Garfield (1978). Gordo, comilón, vago y amante de la lasaña. Así es Garfield, un antihéroe cuyo éxito traspasó la televisión y llegó hasta las salas de cine.




Isidoro (1980). Otro gato, pero éste enamorado (de su Sonia fiel) y con una vida llena de miles de aventuras. Es el argumento de una serie también recordada por su pegadiza sintonía.




D'Artacan y los tres mosqueperros (1981). Una forma distinta de interpretar la novela de Alejandro Dumas ('Los tres mosqueteros'), en la que los personajes son sustituidos por animales.




Los Pitufos (1981) Estos adorables seres azules cuya única preocupación era librarse del malvado Gargamel se mantuvieron años en antena. Su éxito ha llegado hasta hoy, con su reciente adaptación a la gran pantalla.





Los Snorkels (1982). En el fondo del mar vivían estos pequeños seres, muchos personajes y muchas historias que entretuvieron las tardes de los niños en los ochenta y los noventa.





Oliver y Benji (1983). Qué niño no soñó con convertirse en futbolista mientras tatareaba aquello de 'Oliver, Benji, los magos del balón, Benji, Olvier, sueños de campeón...'





La vuelta al mundo de Willy Fog (1983). 80 días, ni uno más ni uno menos. Con el mismo tiempo que planteó Julio Verne en su novela contaba Willy para rodear el globo. Expectantes, cientos de niños asistían cada tarde a la narración de su gran aventura.





David el Gnomo (1985). Estos pequeños seres habitantes del bosque enseñaron a los pequeños españoles valores como la justicia, al amistad o el espíritu ecológico.





Los caballeros del Zodiaco (1986) Luchaban contra las fuerzas del mal que amenazaban a la tierra, en una serie de capítulos repletos de aventuras mitológicas.





Babar (1989). Inspirada en el personaje de cuentos francés con el mismo nombre, la serie de televisión del elefante que vuelve a la jungla tras visitar la ciudad enamoró a los más pequeños de la casa.





Alfred J. Kwak (1989). Alfred era un pato huérfano que fue criado por el topo Henk. Pero, a pesar de la inocencia de la serie, su trasfondo político y social traspasaba las historias propiamente infantiles.





Los Fruitis (1991). Los que nacieron en los 80 seguro que no habrán olvidado aún a Gazpacho, Kumba, Fresón, Alcachofo, Monus, Gorilón, Escarolo, Nabo y Mochilo, que siempre va con Pincho. Su excursión en busca de un nuevo lugar donde asentar su aldea mantuvo en vilo a miles de niños de nuestro país.





El Chavo del 8 (1971): es la historia de un niño huérfano, que vive en una vecindad, y se esconde en un barril situado en el patio principal. Allí, este debe convivir con sus particulares vecinos y de afuera de la vecindad, con los que siempre se ve envuelto en divertidas situaciones. En él se muestran valores como la honradez, la humildad y la solidaridad con el prójimo.